El término mudéjar hace referencia al musulmán que habitó en reinos cristianos de la Península Ibérica y, por extensión, también a sus expresiones artística y culturales entre los siglos XII y XVI (los mudéjares son obligados a convertirse al cristianismo entre 1501 y 1526).
Se caracteriza por el empleo de ladrillo como material constructivo y decorativo, así como cerámica, yesería y artesonados. Más allá de estos elementos, no constituye un estilo en sí, sino el resultado de la mezcla de la tradición hispanomulmana con el arte cristiano del momento en proporciones variables. Es por ello que en realidad debemos hablar de románico-mudéjar, gótico-mudéjar, renacentista con elementos de tradición mudéjar e, incluso, barroco con elementos de tradición mudéjar. En el siglo XIX se hará revivir su estética de manos del neomudéjar.
Real Monasterio de S. Lorenzo de Sahagún (románico-mudéjar), Salón de los Embajadores de los RR. Alcázares de Sevilla (gótico-mudéjar, predominantemente islámico), cúpula del convento de S. Francisco de Lima (elemento mudéjar en edificio barroco), interior de la iglesia de S. Andrés de Calatayud (gótico-mudéjar), patio de la Casa de Pilatos de Sevilla (combinación de gótico-mudéjar y renacentista) y torre de la iglesia de la Asunción de Utebo (mudéjar fusionado con estructuras y elementos renacentistas y manieristas).
ROMÁNICO, GÓTICO, RENACIMIENTO y BARROCO
